Resumen del libro «Platero y yo» del escritor Juan Ramón Jiménez

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Tabla de contenidos

La obra Platero y yo nos cuenta, a través de prosa poética, la vida de Platero, un burro, y Juan Ramón, su amo.

El trato que el hombre tiene con su animal es de respeto y amor máximo. Juntos conviven en un pueblo de Huelva (España), donde se suceden otros personajes secundarios que nos dejan ver cómo es el mundo rural.

A través de los ojos de Juan Ramón, que es autor, narrador y personaje, descubrimos que la vida puede ser tranquila y que a veces veremos cosas que no nos gustan. Sin embargo, lo importante es mantenerse fiel a los valores de cada cual.

Platero y yo resumen por capítulos

En total, Platero y yo tiene 137 capítulos que recorren de manera convivencia la vida conjunta del burro y su amo. Para escribir un buen resumen de este libro, resulta más adecuado hacer una sinopsis de cada episodio por separado.

Capítulo I: Platero

El narrador nos cuenta cómo es Platero: un burro que parece de algodón, por su suavidad y ternura, y con ojos color azabache. Es un animal muy querido por las personas, que siempre le dan comida. Aunque parezca mimoso y débil, en realidad es fuerte.

Capítulo II: Mariposas Blancas

Se encuentran con un ladrón, que les deja ir cuando abre su bolsa y se da cuenta que ni burro ni amo tienen nada de valor. El narrador reflexiona sobre que lo verdaderamente valioso es Platero.

Capítulo III: Juegos de anochecer

Se hace un retrato de una situación cotidiana. Varios niños juegan a ser mendigos y vivir en pobreza mientras sus madres les persiguen para que acudan a comer.

Capítulo IV: El eclipse

Por la noche, Platero parece un burro normal, ya que la oscuridad todo lo homogeneiza.

Capítulo V: Escalofrío

Platero y su dueño se asustan cuando sienten una sombra en la noche. El animal sale corriendo por el prado pisando la luna, que se refleja.

Capítulo VI: La miga

El narrador plantea cómo sería si Platero pudiese ir a la escuela y aprender a leer y a escribir. Descarta la idea porque eso supondría que el resto de niños se burlarían de él, ya que no entendería nada. Es mejor que se queden juntos haciéndose compañía.

Capítulo VII: El loco

Unos niños persiguen a Juan Ramón y a Platero por la vestimenta del primero, que va todo de negro. Le gritan «El Loco», pero el hombre sigue caminando hacia el campo verde y los deja atrás.

Capítulo VIII: Judas

En Semana Santa, Juan Ramón y Platero observan cómo la gente descarga su ira contra la figura de Judas, imaginando que en realidad es la persona que odian.

Capítulo IX: Las brevas

Los protagonistas acuden con dos amigas (Rociíllo y Adela) a coger y comer brevas, que era temporada. El almuerzo se convierte en una divertida pelea en la que se lanzan las frutas, pringándose enteros. Juan Ramón acude a defender a Platero, que no tiene manera de devolver el ataque.

Capítulo X: Ángelus

El escritor describe de una manera muy bella una lluvia de rosas, que caen y colorean todo el suelo. Compara estas flores con los ojos de Platero.

Capítulo XI: El moridero

Juan Ramón promete a Platero que, cuando llegue su muerte, él lo enterrará con todos los honores, no como otras personas que dejan a los cadáveres de sus animales en el monte para que sean devorados.

Capítulo XII: Golondrinas

La primavera ha llegado temprano, lo que hace que las golondrinas regresen confundidas, sin saber aún si es su momento. Platero y Juan Ramón las observan.

Capítulo XIII: La cuadra

Platero siempre responde emocionado cuando ve que su amo Juan Ramón regresa de trabajar a medio día.

Capítulo XIV: Potro castrado

En un establo había un precioso potro del que todo el mundo alababa su belleza. Sin embargo, cuando llega el momento de castrarlo, acaban con su naturaleza y su hermosura desaparece.

Capítulo XVI: La casa de enfrente

Desde su balcón, Juan Ramón rememora episodios de su vida desde su balcón, como el cariño que le profesaba (y le sigue profesando) su hija o al dueño que siempre le pedía dinero a su padre.

Capítulo XVII: El niño tonto

Juan Ramón pasa por un lugar en el que siempre veía a un niño con discapacidad. Al no verlo, entiende que quizá ahora el pequeño está sentado en el cielo, describiendo así de una manera muy bella la muerte.

Capítulo XVIII: La fantasma

Una mujer del pueblo tenía la costumbre de disfrazarse de fantasma, causando risas entre todos los que la veían. No obstante, una noche de tormenta, ver su figura hace que sientan terror.

Capítulo XIX: Paisaje grana

Cuando el día termina y llega el ocaso, Platero se acerca a un charquero de agua para beber. La escena es tan idílica que Juan Ramón desea que nunca acabe y que quede siempre retratada.

Capítulo XX: El loro

Juan Ramón acude con Platero y con El Loro a la casa de su amigo el médico. Allí se presenta una mujer pidiendo ayuda pues un hombre tiene una herida de bala. El experto en medicina lo atiende y le dice que no pasada nada, frase que el loro repite como un deseo.

Capítulo XXI: La azotea

Juan Ramón está en una azotea con Platero, pero como sabe que el animal no puede ver nada, le describe todo: el atardecer, a la vecina tendiendo…

Capítulo XXII: El retorno

Juan Ramón y Platero regresan tras un día recogiendo flores. El aroma de estas llena el espacio y sus fosas nasales mientras el narrador admira el cambio de colores del prado y el pueblo dibujándose en el horizonte.

Capítulo XXIII: La verja cerrada

Juan Ramón cuenta que cuando pasaba por una bodega siempre se encontraba con una verja cerrada con llave. Cuando se paraba a mirarla, los trabajadores que se encontraban cerca se burlaban diciéndole que nunca podría abrirla. Sin embargo, a Juan Ramón lo que le gustaba precisamente es que estuviese cerrada, eso es lo que la hacía especial.

Capítulo XXIV: Don José el cura

El autor habla del cura de la Compañía de Jesús que había en el pueblo. Era un hombre que al saberlo todo se dedicaba a criticar luego al resto de personas.

Capítulo XXV: La primavera

Juan Ramón alaba no solo la belleza de las flores y de la primavera, sino también la fuerza que estas le dan para levantarse en las mañanas más duras.

Capítulo XXVI: El aljibe

Juan Ramón le cuenta a Platero cómo es El Aljibe, ya que el animal no ha ido nunca.

Capítulo XXVII: El perro sarnoso

Había por el prado siempre un perro sarnoso que por su aspecto famélico y enfermo era rechazado por todos, incluso por el resto de perros. Un día muere por el disparo de un guarda y Platero lo observa fijamente.

Capítulo XXVIII: Remanso

Los dos protagonistas se quedan parados durante unos minutos en el prado, un gran remanso de paz que nos recuerda al locus amoenus de la literatura clásica.

Capítulo XXIX: Idilio de abril

Juan Ramón ha dejado que Platero vaya al arroyo con algunos niños del pueblo. Cuando regresan, la lluvia que cae no les hace olvidar lo bien que lo han pasado y sus sonrisas no se desdibujan de sus caras. El burro también se muestra muy feliz.

Capítulo XXX: El canario vuela

Juan Ramón decide dejar libre al canario que tenía en casa, pero cuando le abre la jaula lo que hace el pájaro es recorrer cada estancia del hogar y, cuando cae la noche, volver a su jaula.

Capítulo XXXI: El demonio

Aparece de pronto un burro negro que hace que tanto Platero como Juan Ramón se asusten. Lo único que este animal hace es acercarse a Platero, que se ha escondido tras su dueño, y darle un golpe. Luego sale corriendo.

Capítulo XXXII: Libertad

En el prado Juan Ramón ve que unos niños han colocado una red para cazar a pájaros. Lo que decide hacer es subir a lo alto de una colina para avisar a las aves y evitar que se acercasen. Platero hace una caricia a Juan Ramón dándole a entender que aprecia el gesto de salvar a la fauna.

Capítulo XXXIII: Los húngaros

Juan Ramón describe y comenta con Platero el aspecto de una familia de húngaros, que parecen estar sucio y no cumplir con normas de higiene básicas.

Capítulo XXXIV: La novia

Juan Ramón va montado en Platero cuando este aumenta el ritmo, incluso yendo cuesta arriba, para llegar a lo alto de la colina. La razón es que desde allí puede ver a una burra de la que parece estar enamorado.

Capítulo XXXV: La sanguijuela

Platero bebe agua de donde no debe y una sanguijuela se le mete en la boca. Empieza a sangrar y Juan Ramón pide ayuda. Aunque les cuesta lograr que el burro abra la boca, finalmente logran sacar al bicho y curarle la herida.

Capítulo XXXVI: Las tres viejas

Tres viejas suben la colina y Juan Ramón y Platero las dejan pasar. Parecen tres gitanas y una de ellas ciega, por la que las otras dos actúan como lazarillo y la acompañan como un equipo.

Capítulo XXXVII: La carretilla

Juan Ramón y Platero están paseando cuando escuchan el llanto de una niña. Cuando se acercan, ven que su borriquillo se ha quedado atrapado bajo una carretilla y ella sola no puede moverla. Juan Ramón ata a Platero a la carretilla para que la levante y así puedan liberar al otro animal. La niña, agradecida, les regala dos ricas naranjas.

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Capítulo XXXVIII: El pan

El medio día es uno de los momentos más esperados por las gentes del pueblo, ya que es cuando los panaderos se acercan a vender el mejor pan.

Capítulo XXXIX: Aglae

Juan Ramón alaba la belleza de Platero, que está recién lavado y su blancura destaca aún más. Compara al burro con un niño con un traje nuevo.

Capítulo XL: El pino de la corona

Juan Ramón nos habla de un pino bajo el que siempre se sienta a descansar. Supone un parte tan importante de sí mismo que cuando le cortaron una rama sintió que le habían quitado algo a él.

Capítulo XLI: Carbón

Carbón es el doctor de Platero. El poeta lo describe como un hombre afable y nos cuenta, como curiosidad, que solo come pan reblandecido porque no le quedan dientes. También nos dice que siempre ríe menos cuando acude al cementerio a visitar la tumba de su hija.

Capítulo XLII: El niño del agua

Juan Ramón le cuenta a Platero que ese niño que siempre ven jugando en el agua y disfrutando de ella se ha llevado su alma con su contagiosa felicidad.

Capítulo XLIII: La amistad

Juan Ramón reflexiona sobre la bonita amistad que le une a Platero, que es más que un burro o un animal para él. Juntos juegan y saben lo que el otro quiere, por eso Platero sabe que tiene que llevar siempre a Juan Ramón al pino.

Capítulo XLIV: La arrulladora

El poeta describe una bonita escena en la que la hija del carbonero acuna y trata de dormir a su hermanito.

Capítulo XLV: El árbol del corral

Juan Ramón cuenta que hay un árbol en su jardín que sembró el mismo. Aunque a veces se ha olvidado de él, este no ha dejado de crecer.

Capítulo XLVI: La tísica

Juan Ramón le pide a Platero que saque a pasear en su lomo a una mujer que sufría de fiebre tísica. La mujer ya está cansada de su enfermedad, pero el burro la trata con cuidado.

Capítulo XLVII: El rocío

En la procesión de la Virgen del Rocío, a la que acude todo el pueblo, van también Juan Ramón y Platero, al que el primero se ha preocupado de limpiar y acicalar. Narra la alegría compartida del evento.

Capítulo XLVIII: Ronsard

Ambos protagonistas, como siempre juntos, se sientan en la pradera de flores amarillas. Así de cómodos, Juan Ramón recita algunos de sus versos escritos en francés.

Capítulo XLIX: El tío de las visitas

En una calle completamente en silencio, empieza a sonar música. El causante de tal alboroto, que anima a bailar y a gritar a los niños, es el Tío de las Visitas. No le importa además que nadie pueda darle algo de dinero, ya que disfruta viendo cómo los pequeños se acercan, muestras interés por los sonidos y participan como pueden en la melodía.

Capítulo L: La flor del camino

Por el camino Juan Ramón y Platero siempre se cruzan con una flor verdaderamente hermosa. Su pureza es tal que, da igual cuanta gente pase, nunca sufre daños.

Capítulo LI: Lord

Juan Ramón recuerda a su perro de la infancia, Lord, que estuvo con él en los momentos más duros de su vida, como la enfermedad de su madre. Cuando otro perro con rabia lo mordió hubo que encerrarlo.

Capítulo LII: El pozo

En una bonita descripción llena de adjetivos y también reflexión, el autor equipara lo profunda que es la palabra «pozo».

Capítulo LIII: Alberchigos

Platero y Juan Ramón ven a un niño con un burro, lo que hace que el autor recuerde con melancolía y nostalgia los tiempos en los que ambos gozaban su juventud.

Capítulo LIV: La coz

Platero quiso acompañar a Juan Ramón y a su amigo Montemayor al herradero de los novillos. Montemayor decide subirse en el burro, pero este no soporta bien el peso y se le hincha le vena.

Capítulo LV: Asnografía

Juan Ramón rechaza la idea preconcebida que hay de los asnos y los burros, reconociendo que son animales mejor que los humanos.

Capítulo LVI: Corpus

Platero se sienta mientras su dueño le explica todo lo que pasa en la procesión del Corpus, que pasa ante ellos.

Capítulo LVII: El Paseo

Sus paseos son lentos y tranquillo. Platero se suele sentar o comer hierba del prado mientras Juan Ramón recita sus poemas.

Capítulo LVIII: Los gallos

Juan Ramón describe una escena en la que las personas montan mucho alboroto viendo una batalla de gallos. El autor rechaza esa violencia y lo pasa mal mientras es testigo del «espectáculo».

Capítulo LIX: Anochecer

El autor describe la noche en el pueblo. Por un lado, hay una luz que invita a ver a las gentes volviendo del trabajo, a los niños jugando… Pero la oscuridad también deja ver a los mendigos, a los ladrones esperando su oportunidad…

Capítulo LX: El sello

Juan Ramón cuenta su ilusión al recibir un sello personalizado, donde pone su nombre y también el de su pueblo: Juan Ramón Jiménez-Moguer.

Capítulo LXI: La perra parida

Juan Ramón le cuenta a Platero que una perra del pueblo ha parido cuatro cachorros. Sin embargo, se los han quitado al poco rato y ella ha acudido como loca a buscarlos y regresarlos a su hogar.

Capítulo LXII: Ella y nosotros

Juan Ramón recuerda con Platero cómo fue dejar ir, en el tren, a una mujer que entendemos él ama.

Capítulo LXIII: Gorriones

El autor alaba la libertad y la belleza de los gorriones, que nadie aprecia pero son aves cuya única preocupación es volar e inspirar a los poetas en cuyas ventanas se posan.

Capítulo LXIV: Frasco Velez

Juan Ramón le explica a Platero que hoy no saldrán a pasear, ya que hay visto un cartel que dice que todos los perros deben llevar bozal. Esto quiere decir que hay rabia y puede ser peligroso exponerse a mordiscos.

Capítulo LXV: El verano

El verano ha llegado y ambos protagonistas están cansados del calor y de las picaduras de mosquito.

Capítulo LXVI: Fuego en los montes

Juan Ramón y Platero están comiendo cuando escuchan las campanas que anuncian el inicio de un fuego. Desde la calle, observan cómo el monte comienza a arder.

Capítulo LXVII: El arroyo

Juan Ramón describe en una metáfora como el arroyo seco por el verano es una representación de la vida, que también va «secándole» a él.

Capítulo LXVIII: Domingo

Platero y Juan Ramón han aprovechado la calma de la procesión de la Virgen del Carmen (en agosto) para subir al monte. Allí uno come mientras el otro lee. Cada cierto tiempo, se miran compartiendo su complicidad.

Capítulo LXIX: Los grillos

El sonido de los grillos, suave al principio pero fuerte después, es un gran conocido para Juan Ramón y Platero. El autor lo describe de una manera muy sensorial.

Capítulo LXX: Los toros

Juan Ramón decide ir al campo con Platero, ya que empiezan las fiestas de los pueblos y eso implica gente borracha, toros, las flores destrozadas…

Capítulo LXXI: Tormenta

Se huele la tormenta y todo el pueblo, incluidos los protagonistas, se resguardan y agradecen tener un techo.

Capítulo LXXII: La vendimia

La vendimia ha llegado al pueblo (estaríamos por tanto en septiembre), lo que trae felicidad. Empieza por tanto el trabajo de coger las uvas que están en su punto y pueden ser aplastadas para hacer vino. Juan Ramón echa en cara desde el cariño a Platero que él no está haciendo nada mientras el resto de burros. Decide ponerle alguna carga para poder pasar desapercibidos.

Capítulo LXXIII: Nocturno

El pueblo está de fiesta, lleno de luces, fuegos artificiales… Pero al mismo tiempo, Juan Ramón siente nostalgia al ver cómo, en contraposición, la oscuridad reina sobre el campo.

Capítulo LXXIV: Sarito

Sarito, el empleado de Rosalina (la novia puertorriqueña de Juan Ramón), andaba buscando al autor durante la vendimia. La gente miraba a este joven con mala cara, ya que era negro y estaba desnutrido. Su maldad era tal que incluso un señor se peleó con él. Sarito le cuenta todo esto mientras pasa su mano, tranquilo, por el pelaje suave de Platero.

Capítulo LXXV: La última siesta

Juan Ramón se despierta deslumbrado por el sol de una siesta bajo su higuera. La mirada de Platero y el suave movimiento de las hojas lo mecen hasta que vuelve a quedarse dormido. De una manera bella, el autor compara sus párpado cayendo con el aleteo de una mariposa.

Capítulo LXXVI: Los fuegos

Al acabar septiembre y las fiestas, Juan Ramón sube al monte con Platero para ver desde allí cómo los fuegos artificiales iluminaban todo.

Capítulo LXXVII: El vergel

Juan Ramón va con Platero al vergel para que conozca (un lugar con una gran cantidad de flores). Sin embargo, cuando llegan allí no dejan entrar a Platero por ser un burro, por lo que su amo tampoco entra.

Capítulo LXXVIII: La luna

El autor describe una bonita escena en la que Platero bebe agua de unos cubos donde se refleja la luna.

Capítulo LXXIX: Alegría

Platero, la perra y la cabra juega y dan saltos animados mientras los niños los animan y disfrutan de su compañía.

Capítulo LXXX: Pasan los patos

Los patos cruzan el cielo en sus migraciones y los dos protagonistas los observan.

Capítulo LXXXI: La niña chica

Platero se emociona mucho cuando ve llegar a una niña del pueblo, con la que tiene muy buena relación. La niña adora al burro, al que llama de manera cariñosa «Platerito».

Capítulo LXXXII: El pastor

Juan Ramón describe con adjetivos como «tranquilo» y «sencillo» al pastor. También reconoce que es un hombre que siempre está pidiéndole que le regale a Platero, pero Juan Ramón se niega.

Capítulo LXXXIII: El canario se muere

Juan Ramón anuncia la muerte del canario, que ya no pudo volver a cantar. Los niños lloran su muerte.

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Capítulo LXXXIV: La colina

Juan Ramón habla de nuevo de su locus amoenus, en esta ocasión de la colina donde descansa, lee y tanta felicidad encuentra.

Capítulo LXXXV: Otoño

El fresco del otoño llega y con él los árboles se despiden de sus hojas verdes, que volverán, y dan la bienvenida al color amarillo.

Capítulo LXXXVI: El perro atado

Platero y Juan Ramón miran a un perro que siempre está atado y ladrando, lo que hace que los niños siempre lo miren con curiosidad.

Capítulo LXXXVII: La tortuga griega

Juan Ramón recuerda a una tortuga que, en su juventud, encontró y cuidó con su hermano. Todos los niños jugaban con ella y probaban cuán fuerte era tirándole cosas al caparazón.

Capítulo LXXXVIII: Tarde de octubre

Los niños, ya en octubre, han vuelto al colegio y a la academia y eso se nota en las calles, donde ya nadie juega.

Capítulo LXXXIX: Antonia

El autor cuenta como Antonia no lograba cruzar el río, pero él la animó para que lo hiciese.

Capítulo XC: El racimo olvidado

Juan Ramón y Platero, en sus paseos, ven como los racimos empiezan a salir. Los niños también lo ven y lo anuncian a gritos.

Capítulo XCI: Almirante

Juan Ramón recuerda  otro burro que tuvo, gran amigo también. Sin embargo, terminaron llevándoselo, lo que sumió en una enfermedad con tristeza. Sin embargo, reconoce que, al final, todo pasa.

Capítulo XCII: Viñeta

Todo está listo para la siempre, y los protagonistas lo observan mientras se sientan a descansar.

Capítulo XCIII: La escama

Juan Ramón compara la personalidad y la actitud de los marineros con las del resto de gentes del pueblo. Los marineros siempre están llenos de energía y dispuestos a contar mil anécdotas de sus viajes.

Capítulo XCIV: Pinito

Juan Ramón recuerda a Pinito, que siempre estaba sucio y, según su madre, murió por borracho. Reconoce que sus recuerdos cada vez son más leves.

Capítulo XCV: El río

El autor observa con Platero cómo el río, que antes servía para pescar y navegar, ahora es rojo, color sangre, por las minas que se explotan a su alrededor. Ahora solo se aprovechan de él los ricos.

Capítulo XCVI: La granada

Juan Ramón prueba encantado una rica y deliciosa granada que le han regalado. Explica también que esta fruta es el símbolo de Moguer, donde vive.

Capítulo XCVII: El cementerio viejo

Juan Ramón se cuela con Platero en el cementerio para que su amigo conozca a las personas que allí descansan, como su padre.

Capítulo XCVIII: Lipiani

Juan Ramón habla de Lipiani, el profesor y cuidador de los niños, a los que da gran alegría, aunque les obligue a compartir con él su almuerzo.

Capítulo XCIX: El castillo

Los dos protagonistas se encuentran de nuevo en uno de sus lugares favoritos, la colina. Allí ni molestan ni son molestados mientras observan el amanecer.

Capítulo C: La vieja plaza de toros

Juan Ramón saca sus recuerdos sobre la vieja plaza de toros, que él solo vio por fuera. Rememora que de pequeño, quizá, llegó a entrar, pero no se acuerda. Esos recuerdos ahora solo son como sueños.

Capítulo CI: El eco

En el prado, Platero experimenta por primera vez lo que es el eco, que le devuelve sus propios rebuznos. El sonido le causa inquietud y quiere irse.

Capítulo CII: La vieja plaza de toros

Platero y Juan Ramón han invitado a comer a varios niños. De repente, uno de ellos se levanta lleno de energía y emoción cuando oye llegar a su madre.

Capítulo CIII: La fuente vieja

Juan Ramón pide Platero que admire con él la fuente del pueblo, donde el agua brota blanca y celeste, creando un bello espectáculo de colores.

Capítulo CIV: Camino

Los dos protagonistas caminan entre el paisaje otoñal, en el que el autor destaca los árboles sin hojas.

Capítulo CV: Piñones

Juan Ramón rememora cómo cuando era niño y el invierno empezaba a llamar a la puerta comía piñones. Decide pues ir a comprar algunos para compartirlos con su amigo Platero.

Capítulo CVI: El toro huido

Platero y Juan Ramón llegan al naranjal, donde aparentemente no hay nadie. Al poco rato se dan cuenta de que no están solos, pues hay un toro que se ha fugado y está yendo hacia la colina para escapar.

Capítulo CVII: Idilio de noviembre

Noviembre ha llegado y eso quiere decir que Platero pronto tendrá que ponerse a trabajar en la vendimia.

Capítulo CVIII: La yegua blanca

Juan Ramón y Platero se encuentran por el camino una escena que les entristece mucho. Una yegua ha muerto porque su dueño la echó por vieja y porque luego unos niños, cuando la vieron desnutrida en medio del campo, empezaron a tirarle piedras.

Capítulo CIX: Cencerrada

Juan Ramón observa la procesión, de la que también forma parte Platero, que se dirige a los campos de vendimia.

Capítulo CX: Los gitanos

Juan Ramón narra que los gitanos nómadas ya han vuelto al pueblo y han pedido permiso al alcalde para acampar El autor recuerda cómo se divertían y también como robaban.

Capítulo CXI: La llama

Platero observa hipnotizado una llama de fuego. Juan Ramón hace lo mismo, describiendo su belleza y comparándola con el cuerpo de una mujer.

Capítulo CXII: Convalecencia

Juan Ramón ha enfermado y, convaleciente, desde su cama escucha la alegría de los niños y los burros.

Capítulo CXIII: El burro viejo

El autor empieza a ser consciente del envejecimiento de Platero, que cada vez está más cansado y más perdido.

Capítulo CXIV: El alba

Juan Ramón observa que Platero bosteza aún cuando ha dormido mucho, por lo que se pregunta si el hecho de que no haga nada no será culpa suya por no haberlo puesto nunca a trabajar.

Capítulo CXV: Florecillas

Juan Ramón recuerda a su madre y también a su abuela.

Capítulo CXVI: Navidad

Es Noche Buela y Juan Ramón cuenta cómo toda su familia está reunida en casa. Platero juega con los niños que lo visitan en una noche tan especial.

Capítulo CXVII: La calle de la ribera

Platero y Juan Ramón pasan por la calle donde el hombre nación. Recuerda que cuando era niño era una calle donde siempre había marineros, que daban un poco de miedo por llevar siempre un cuchillo encima.

Capítulo CXVIII: El invierno

El invierno está a punto de llegar, algo que se nota por cómo está cambiando el aspecto de la naturaleza.

Capítulo CXIX: Leche de burra

Juan Ramón cuenta que hoy el ciego ha estado ordeñando a su burra. El animal ya está muy mayor, igual que su amo, y actúa casi como un lazarillo a pesar de lo mal que la trata el ciego.

Capítulo CXX: Noche pura

Juan Ramón le dice a Platero que una noche como la de ese día, tan tranquila y bella, había que admirarla con tranquilidad. Compara su actitud con la de las otras personas, que se dejan llevar por las prisas y no se paran a contemplar lo que hay a su alrededor, por muy especial que sea.

Capítulo CXXI: La corona de perejil

Platero se pone a jugar con unas niñas que están echando una carrera. Quien gane recibirá una corona de perejil y un libro. Gana Platero, lo que le hace subir su autoestima, así que Juan Ramón decide darle a él la corona y a las chiquillas el libro.

Capítulo CXXII: Los Reyes Magos

La noche de Reyes hace que a los niños les cueste quedarse dormidos, pero cuando lo hacen los mayores se disfrazan de Sus Majestades para disfrutar y hacer regalos.

Capítulo CXXIII: Mons-Urium

Juan Ramón observa los regalos que le han llegado de América, que parecen de oro y platería. Se siente muy agradecido.

Capítulo CXXIV: El vino

Las cosechas ya han dado su fruto y el vino ha llegado a las mesas de Moguer.

Capítulo CXXV: La fábula

Juan Ramón se encuentra leyendo fábulas y confiesa que es un género que nunca le gustó, ya que no le convencía que los animales hablasen en ellas.

Capítulo CXXVI: Carnaval

A Platero lo han disfrazado en ocasión del Carnaval, pero él no está cómodo y acude continuamente hacia Juan Ramón.

Capítulo CXXVII: León

León es un amigo de Juan Ramón. Cuando se encuentran siempre le pregunta al protagonista qué es lo que está escribiendo en su libreta

Capítulo CXXVIII: Molino de viento

Juan Ramón reflexiona sobre cómo han cambiado las cosas y cómo pasa el tiempo.

Capítulo CXXIX: La torre

Juan Ramón le explica a Platero que, al ser un burro, él no puede subir a una torre, aunque desde allí pudiese ver tantísimo del paisaje de España.

Capítulo CXXX: Los burros del arenero

Juan Ramón ve pasar a varios burros utilizados para la carga y le indica a Platero que ellos llevan tatuado el dolor del látigo en su mirada.

Capítulo CXXXI: Madrigal

Juan Ramón y Platero observan el vuelo de dos mariposas, una blanca y otra negra.

Capítulo CXXXII: La muerte

Juan Ramón anuncia que esa mañana había visto a Platero tumbado e incapaz de moverse. Cuando llamó al médico, este no supo exactamente qué le pasaba, aunque cree que algo de una raíz mala. Finalmente, Platero muere con la tripa hinchada.

Capítulo CXXXIII: Nostalgia

Juan Ramón trata de comunicarnos sus sentimientos de añoranza y nostalgia tras la muerte de su querido Platero.

Capítulo CXXXIV: El borriquete

El autor decide enterrar a Platero en el granero donde siempre jugaron tanto. Además, allí seguirán yendo los niños a jugar, lo que alegraría al burro.

Capítulo CXXXV: Melancolía

Los niños acompañan a Juan Ramón a la tumba de Platero, guardando silencio como signo de respeto.

Capítulo CXXXVI: A Platero

A pesar del tiempo pasado, Juan Ramón mantiene vivo en su memoria a Platero, recordando sus paseos y los buenos momentos leyéndole sus textos, cabalgando juntos… Está seguro de que sigue mirándolo desde el cielo.

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Capítulo CXXXVII: Platero de cartón

Juan Ramón cuenta que unas amigas le han regalado un burro de cartón ahora que hace un año de la muerte de Platero. Cuando está solo, el autor piensa que su querido animal sigue con él en esa figura.

Capítulo CXXXVIII: A Platero en su tierra

Juan Ramón siente a Platero más cerca que nunca, lo que le hace feliz. Sabe que su burro sigue siendo consciente de todo lo que pasa en su vida y que lo comparte con él.

Personajes de Platero y yo: ¿cómo eran los personajes de Platero y yo?

Platero y Juan Ramón (que es el «yo») son los dos protagonistas de la obra. Juntos nos dejan 138 episodios donde el amor y la amistad siempre están presentes. Analizamos mejor a cada uno de ellos.

Los personajes principales de Platero y yo son claramente Platero y Juan Ramón.

Juan Ramón tiene un carácter reflexivo, filosófico y poético. Como narrador en primera persona, la explicación que hace de cada escena y las descripciones son desde su punto de vista. Además, Juan Ramón es el autor, por lo que es su propia voz la que otorga al personaje. Así nos cuenta cómo es su hogar, al que ha vuelto recientemente, y cómo se reencuentra con sus gentes, sus tradiciones…

La «persona» a la que le cuenta todo lo que pasa por su cabeza es a Platero, su burro. Y es que casi es como una persona para él, ya que es mucho más que un animal. Juntos mantienen una amistad en la que, incluso sin palabras, demuestran una gran complicidad. Actúa por tanto como un confidente del desarrollo personal que su amo vive durante la antología. Su carácter manso ayuda a Juan Ramón a conectar con ese ser más natural en el que las preocupaciones quedan atrás.

Personajes secundarios de Platero y yo

Podría decirse que hay muchos personajes secundarios en Platero y yo pero al mismo tiempo ninguno. Es cierto que se mencionan muchos nombres, sobre todo de personas que amo y burro se encuentran en sus paseos. Sin embargo, su aparición es momentánea y no es demasiado relevante.

No obstante, sí son importantes las figuras del médico que atiende a Platero y la de los niños y niñas que suelen acudir a jugar con él. Por otro lado, están el resto de la fauna de Moguer. Entre ellos destaca Diana, la perra con la que suele jugar Platero, y otros animales como el perro sarnoso, el canario o el loro. Su aparición es clave para entender cómo los hombres a veces tratan a sus animales, muchas veces con latigazos o desnutriéndolos. En cambio, Platero es tratado con respeto, dándonos Juan Ramón una lección en este sentido.

Platero y yo para niños

Tal y como apunta este artículo de La Voz de Galicia, el libro Platero y yo es una obra para adultos pero también para niños. Es imposible decidir para qué tipo de público lo es más, tal y como pasa con El Principito de Antoine Saint-Exupery.

Al seguir una estructura narrativa cronológica y tener un lenguaje sencillo, resulta muy interesante para los niños, que suelen rechazar los poemas por no entenderlos o encontrar sentido entre ellos. Sin embargo, es una obra que ha sido muy estudiada en facultades de Humanidades y no como «cuento» o «novela lírica juvenil».

Es cierto que Juan Ramón pensó en los niños como lectores a la hora de escribir Platero y yo, pero nunca quiso infantilizar la historia. Por eso incluye temas como la muerte, tabú en la infancia, y navega por sentimientos de los que intentamos alejar a los niños (la tristeza, por ejemplo). De hecho, es un libro que se recomienda mucho en páginas sobre maternidad, pediatría o psicología infanto-juvenil.

No obstante, no podemos olvidar que Juan Ramón realiza una gran crítica social al abandono de lo rural o al maltrato animal. Aunque los niños puedan captar algunas opiniones, hay otras que requieren de una perspectiva adulta y más madura. Esta es la razón por la que no se puede catalogar Platero y yo dentro de la literatura infantil o juvenil como ocurre con

En conclusión, la grandeza de Juan Ramón, que supo sin duda cómo escribir una historia de éxito, está en haber sabido llegar a lectores de todas las edades. Es una obra llena de emociones que puede disfrutarse en cualquier etapa de la vida.

Preguntas y respuestas sobre Platero y yo

Platero y yo nos deja muchos mensajes y aprendizajes. Por un lado, nos enseña a través de las descripciones de Moguer lo importante que es mantener las tradiciones y los espacios rurales. En una época en la que la gente empezaba a emigrar a las grandes ciudades y se empezaba a construir el metro en ellas, Juan Ramón hace un canto a la vida en los pueblos. De alguna manera previó lo que pasaría en algunas zonas de España como Asturias o Galicia.

Por otro lado, esta obra lírica en prosa nos enseña lo importante que es querer y demostrarlo. Platero es un ser amado y que recibe mucho cariño y respeto de su amo y del resto de personas que se cruzan con él.

Juan Ramón es el narrador, y la voz poética, que cuenta la historia de Platero y yo. Él es el «yo».

¿Qué accidente tuvo Platero?

Es posible que Platero muriese por comer una hierba mala.

¿Cómo se describe a Platero?

La descripción exacta de Platero es «Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos».

Los valores y sentimientos que transmite Juan Ramón son el cariño, la amistad, el respeto y el amor.

A Platero le duele la garganta cuando, al beber agua, una sanguijuela se le incrustó en la boca.

El tema principal es el amor entre los dos protagonistas; podría decirse que es una obra que trata sobre los valores humanos.

Que el narrador de Platero y yo sea en primera persona nos da a entender que quien relata el argumento es en realidad la voz poética de Juan Ramón. De esta forma, se rompe la barrera entre narrador, autor y lector, logrando que la historia nos llegue de un modo más personal e intimista. Este concepto, muy utilizado en la poesía, se explica mejor en este artículo. Además, este narrador en primera persona es clave para escribir un libro inmersivo de gran éxito.

¿Quién es Diana en la obra Platero y yo?

Diana es la perra blanca y ágil con la que Platero acostumbraba a jugar.

¿Quién es Platero el burro?

Platero es el burro de Juan Ramón, que actúa como coprotagonista. Aunque no hable, transmite muchas enseñanzas sobre apreciar lo que tenemos, por muy simple que parezca.

¿Dónde se desarrolla la historia de Platero y yo?

En Moguer, una localidad de Huelva a cinco horas de Madrid donde viven los protagonistas.

La aparición de la mariposa blanca en Platero y yo significa inmortalidad, porque Platero y todo lo que representa no desaparecen.

Es una relación de amistad donde la compenetración es total, incluso siendo un humano y un animal. Para Juan Ramón Platero es su confidente y quien le ayuda a conectar con su yo más profundo. Es decir, no lo ve simplemente como un animal que tiene en su propiedad y al que puede explotar.

¿Qué promesa le hace su amo a Platero cuando muera?

Juan Ramón promete a Platero que le enterrará con todos los honores.

¿Cuándo murió Platero?

Murió en invierno.

¿Qué tipo de animal es Platero?

Platero es un burro.

¿Cómo se llama el perro de Platero y yo?

Lord es el nombre del perro de Platero y yo, el cual Juan Ramón dice haber tenido de pequeño.

¿Qué hizo el guardia con su escopeta?

Disparo al perro sarnoso sin pensárselo y a mala fe.

¿Qué color son los ojos de Platero?

No se dice claramente en la obra, aunque sabemos que es mayor.

¿Qué le gusta comer a Platero de Platero y yo?

A Platero le encanta comer la hierba del prado, pero su gran manjar son las frutas, por las que se derrite.

En la primera versión eran solo 64 capítulos, pero finalmente Juan Ramón añadió más hasta llegar a los 134.

¿Hay una película de Platero y yo?

La hay, pero no es una adaptación en el sentido estricto de la película. El filme toma algunos elementos de la obra de Juan Ramón Jiménez, pero la mayor parte del argumento es diferente. Puedes leer más sobre ella aquí.

¿Cuándo se escribió Platero y yo?

La fecha de publicación es de 1914 y su editor fue Ediciones de la Lectura.

Platero y yo es un libro para releer una y otra vez, así que no esperes y pídelo a través de este enlace para añadirlo a tu biblioteca.

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