Resumen de «San Manuel Bueno, mártir» de Miguel de Unamuno

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San Manuel Bueno, mártir es una de las obras más famosas de Miguel de Unamuno, uno de los autores más prolíficos de finales del siglo XIX y principios del XX. Esta novela, que se lee muy rápido al tener menos de doscientes páginas, nos habla sobre la fe religiosa y el sentimiento de pertenencia y amor hacia quienes conforman una comunidad.

Con esta historia Unamuno reflexiona sobre uno de los temas que, a nivel personal, más le revolvían: la existencia o no de Dios.

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Resumen general de San Manuel Bueno, mártir

Aunque San Manuel Bueno, mártir es una novela corta, puede ayudar hacer y leer un buen resumen para entender algunos conceptos.

La historia la cuenta Ángela Carbanillo, una joven de un pueblo llamado Valverde de Lucerna. Nos habla del cura de esta localidad, don Manuel, que aparentemente profesaba una gran fe y que era muy querido. Sin embargo, Ángela sospecha de que hay un secreto que él guarda y que le atormenta por dentro, causándole una tristeza que esconde ante los ojos de los demás.

Al poco de comenzar la novela llega al pueblo Lázaro, el hermano de Ángela. Este trata de llevársela a ella y a la madre de ambos a la ciudad, pero se encuentra con una firme negativa, ya que las dos adoran al pueblo y a sus gentes. Lázaro es progresista y anticlerical, por lo que no siente ningún interés ni ningún cariño por don Manuel. No obstante, conversando con él se da cuenta de que es un ser mucho más complejo de lo que parecía y terminan amigándose. De hecho, es a Lázaro al que el párroco le confiesa su secreto: no cree en Dios.

Don Manuel explica que su fe es una gran mentira que mantiene para que, a su vez, las gentes de Valverde de Lucerna no la pierdan. Es su manera de devolver al pueblo el cariño que le dan y hacer que conserven la esperanza de que hay algo mejor tras la muerte.

Su misión es tan loable que Lázaro decide hacerla también suya; abandona sus ideas socialistas y, cara a la galería, se convierte al catolicismo para seguir los pasos de don Manuel. A su muerte, el cura se convierte en santo para la parroquia sin que nadie, a parte de Lázaro y Ángela, sepa la verdad.

Más tarde muere también Lázaro y Ángela decide escribir la historia de ambos, reflexionando así sobre la fe y la paradoja de la creencia, ya que tanto su hermano con Don Manuel habían muerto sin creer que creían pero, de algún modo, creyendo.

 

 

Resumen por capítulos de San Manuel Bueno, mártir

Capítulo 1

La novela comienza con Ángela contando que el obispo de Renada quiere promover la beatificación de don Manuel, el párroco de Valverde de Lucerna, su pueblo. Entonces decide hablar de este hombre, que fue como un padre para ella y una persona muy querida en la localidad. Explica también que ella estudió en la ciudad, fuera del pueblo, porque su hermano Lázaro quiso que así fuese para que recibiese una educación laica.

Capítulo 2

Los primeros recuerdos que Ángela tiene de don Manuel son a través de las cartas que su madre le mandaba a su colegio. Lo describía como una persona muy bondadosa.

Capítulo 3

Ángela regresa al pueblo con quince años. Allí conoce por fin a don Manuel, del que se dice que dejó todo para encargarse de la parroquia. Durante sus años al servicio de la localidad se había ganado el afecto de todos los habitantes gracias a sus buenas obras.

Capítulo 4

La narradora cuenta alguna de las acciones de don Manuel. Por ejemplo, en San Juan realizaba curaciones milagrosas a enfermos, y por lo general siempre se preocupaba de que todo el mundo tuviese ropa limpia y comida, repartiendo entre los que necesitase. Comenta que en concreto don Manuel ayudaba mucho a Blasillo, «el tonto del pueblo», que por su parte también adoraba al parroco y repetía todo lo que este hacía. Delante de don Manuel nadie mentía, pero el cura no se aprovechaba de ello y se negaba a estar presente en interrogatorios, como muchas veces el juez le pidió, ya que no creía en la justicia terrenal, sino no en la divina.

Capítulo 5

Todo el mundo quería que don Manuel estuviese presente, arropándoles, en su lecho de muerte y él nunca se negaba. Lo único que rechazaba era la envidia y la ociosidad, y por eso siempre estaba haciendo alguna labor útil, como fabricar juguetes para los niños.

Capítulo 6

Ayudaba a todo el mundo, desde al médico hasta al maestro. Algo que también hacía y que demostraba su benevolencia era enterrar a los suicidas en suelo sagrado, ya que creía que estos se arrepentían cuando ya era tarde.

Capítulo 7

Ángela cuenta un episodio en el que don Manuel acompañó durante su muerte a la mujer del titiritero mientras este continuaba con su espectáculo y hacía reir a la gente. Cuando acabó, agradeció ante todo el mundo lo que había hecho el parroco, pero este aprovechó la ocasión para devolverle el agradecimiento en nombre de toda la gente del pueblo por hacerles felices.

Capítulo 8

Algo que don Manuel hacía y que sorprendió a Ángela era pasear, solo y con cara triste, por el monasterio. También se mortificaba con un látigo. Cuando esta le pregunta, él contesta evasivo.

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Capítulo 9

Hasta ahora todo eran recuerdos infantiles y habladurías que Ángela había escuchado. En el noveno capítulo, que da comienzo a la segunda parte, nuestra narradora cuenta que, de nuevo instalada en el pueblo, empezó a ir a confesarse con don Manuel. La chica le plantea sus dudas sobre la religión y en ciertos momentos cree que, de algún modo, don Manuel las comparte. Siempre que le hace preguntas sobre la existencia de Dios el parroco contesta de manera evasiva.

Capítulo 10

Ángela termina convirtiéndose en la ayudante de don Manuel, lo que hace que sienta que tiene que estar sí o sí en el pueblo asistiendo al parroco, por el que siente una especie de preocupación maternal. De hecho, ir una tarde a la ciudad le genera ansiedad y tiene que volver rápidamente.

Capítulo 11

Cuando Ángela tiene 24 años su hermano Lázaro regresa al pueblo pero con la intención de volver a la ciudad con su hermana y su madre. Considera que Valverde de Lucerna es lo medieval, lo antiprogresista, todo lo contrario a sus ideales. Además, rechaza rápidamente a don Manuel al ver que influye tanto en su familia y en el resto de gentes. Sin embargo, cuando empieza a conversar con él se da cuenta de que no es un cura normal.

Capítulo 12

Cuando la madre de Ángela y Lázaro está a punto de morir, don Manuel convenve a este último de que, por un momento, deje sus ideas laicas atrás y rece por su alma. Así lo hace y su madre muere en paz.

Capítulo 13

Lázaro y don Manuel estrechan su relación gracias a sus paseos diarios. En sus conversaciones el chico empieza a entrever el secreto que guarda el parroco y su por qué.

Capítulo 14

Lázaro acude a misa y comulga, a lo que todo el pueblo aplaude pensándolo, por fin, convertido al catolicismo. Don Manuel en cambio, entre lágrimas, comprende que es su manera de decirle que sabe su secreto y se une a su misión. Ya en casa, Ángela se muestra ilusionada porque su hermano por fin cree, pero su hermano le explica que todo es mentira, que está fingiendo igual que lo hace don Manuel. Concluye que la santidad del cura se debe justamente a eso: a hacer creer que cree para mantener la fe y la esperanza en el resto. Ángela está confundida y piensa en si el pueblo cree realmente o todo es una gran farsa. Lázaro lo explica que lo único importante es no despertarles y permitir que sigan siendo felices.

Capítulo 15

Ángela acude al confesionario pero es don Manuel quien le confiesa que, efectivamente, él no cree. Sin embargo, le insta a que ella mantenga su fe y a que deje de preocuparse tanto por los demás.

Capítulo 16

En un paseo con Lázaro, don Manuel le cuenta que, como a su padre, el suicidio siempre la ha acompañado. La cuestión es que él decidió que su vida sería un suicidio constante, consecuencia de su gran conflicto interno. Reflexionan también sobre la atemporalidad de la naturaleza.

Capítulo 17

En otra de sus salidas, don Manuel critica las creencias populares, pero Lázaro le dice que por qué no creer todo si eso les consuela, que no se pueden juzgar unas cosas si y otras no.

Capítulo 18

Cuando don Manuel empieza a flaquear, Lázaro le propone fundar un sindicato católico agrario, pero el parroco se niega. Para él la labor de la Iglesia no es la lucha, sino el consuelo para que pobres y ricos estén seguros de que algo bueno llegará. Considera que en una economía del bienestar la vida sería aún más dura, pero reconoce que cada cual debe encontrar el opio que le permita soñar. Para él por ejemplo era la actividad constante que le hacía olvidar que su alma estaba triste.

Capítulo 19

Con el parroco cada vez más débil, Ángela recuerda como en la última Semana Santa este le había pedido que rezase por ellos, por todos. La muchacha no entiende cuál es el pecado cometido, aunque presiente que don Manuel se refería a algo concreto. Cuando le pregunta, el cura le dice que el pecado del ser humano es haber nacido, tal y como dijo Calderón de la Barca.

Capítulo 20

En su lecho de muerte, don Manuel les da a Ángela y Lázaro varias instrucciones. Por un lado, les expresa sus deseos de ser enterrado bajo las tablas de nogal que el mismo tallo. A Ángela concretamente le pide que siga rezando, y a Lázaro que continúe su labor y mantenga viva la fe del pueblo. Luego ordena que le lleven a la iglesia, donde pronunciá misa por última vez. Blasillo, cogiéndole la mano, y el resto del pueblo, escuchándole y rezando para, como solicita, reencontrarse todos en el Paraíso. Al final, tanto el parroco como Blasillo mueren.

Capítulo 21

Todo el pueblo acude rutinariamente a la tumba de don Manuel. Lázaro aprovecha para empezar a anotar datos sobre la historia de ese cura que nunca fue como los demás.

Capítulo 22

Lázaro visita como de costumbre la tumba de don Manuel y se muestra muy triste, así que Ángela trata de consolarle. En una conversación, su hermano confiesa que le da miedo que el pueblo se entere de que el parroco murió sin creer, pero Ángela le dice que la gente entiende de obras, no de palabras, y que don Manuel había hecho muchas y muy buenas. Finalmente, Lázaro también muere de una enfermedad.

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Capítulo 23

Ángela se da cuenta de que ella misma ha envejecido y reflexiona profundamente sobre las creencias de su hermano y de su padre espiritual, don Manuel. El parroco utilizó su verdad, no la de Dios, para convertir a Lázaro. ¿Acaso no murieron ambos hombres creyendo? ¿Se salvaron entonces?

Capítulo 24

Ya con cincuenta años, Ángela rememora todo lo ocurrido, sin saber qué es recuerdo, qué sueño y qué verdad. De lo único que está segura es de que todo el pueblo vive, con creencias verdaderas o fingidas, pero vive. Mantiene firme su lealtad a don Manuel y cuando el obispo, ante la inminente beatificación, le pregunta sobre él, calla su secreto, temiendo el castigo de la Iglesia.

Capítulo 25 (epílogo de San Manuel Bueno, mártir)

Unamuno niega que estos personajes sean suyos y no dice cómo ha llegado a sus manos el manuscrito. De nuevo, como hizo en Nivola, reflexiona sobre la vida y el alma de los personajes literarios. Concluye que la verdad de Lázaro y don Manuel no se hubiese entendido, pero que Dios es el único que podría juzgar.

Los personajes de Unamuno como piezas de un puzzle

Como si de un rompecabezas se tratase, cada personaje de San Manuel Bueno, mártir cumple una función y esta encaja a la perfección con las de los otros.

Para empezar, el autor hace un buen trabajo eligiendo los nombres de sus protagonistas. Todos ellos aluden a la Biblia:

  • Don Manuel: Cristo poseía el mismo nombre (Emmanuel), que en hebreo significa «Dios está con nosotros».
  • Ángela: de la voz «ángel», que viene del griego «ánguelos»-«mensajero» y coincide con el papel de narradora que toma la muchacha.
  • Lázaro: referencia clara al personaje bíblico Lázaro, al que Jesucristo resucita.

Don Manuel es el protagonista y su principal característica es que tiene dos caras enfrentadas. Una de ellas, la que muestra al pueblo (y en la que todos confían) es la de un devoto de la religión, pero en su otra cara es todo lo contrario. Si esta última se llegase a ver, todo se desmoronaría y su conflicto interno no solo sería rechazado, sino que se «repetiría» en el del resto de las personas.

Ángela siempre está ayudando al parroco y al pueblo, sintiéndose muy de allí incluso pudiendo irse. Se diría que tiene la personalidad perfecta para ser monja, pero no quiere. Su fe, sus rezos constantes, su bondad, su amor al prójimo… Representan una de las caras de don Manuel.

La otra cara del parroco (la que cuestiona la fe, la que no cree…) está reflejada en el personaje de Lázaro. Sin embargo, al final de la novela, como había hecho don Manuel, Lázaro saca un nuevo rostro y tapa el verdadero.

Aunque es muy secundario, Blasillo es un personaje importante, ya que representa a todo el pueblo. Él sigue a don Manuel y repite todo lo que él dice. El resto de las gentes de Valverde de Lucerna hace exactamente lo mismo. No se plantea el por qué de sus acciones o sus creencias, sino que las mantienen porque el parroco las profesa.

Los temas que mueven a Unamuno: la fe y la inmortalidad en San Manuel Bueno, mártir

Miguel de Unamuno fue un hombre al que temas como la fe, la salvación o la inmortalidad siempre interesaron, por eso los trató en muchas de sus obras. San Manuel Bueno, mártir es un ejemplo de ello por la reflexión tan profunda que hace sobre la verdad, que en realidad es trágica, y la mentira, que mantiene la ilusión y la felicidad de tantos.

A lo largo de la novela, como lectores, nos damos cuenta de que la fe de todo un pueblo depende no tanto de sus creencias individuales sino de la esperanza que tienen puesta en su parroco, que en realidad no cree en Dios. Por lo tanto, trata la importancia de necesitar una ilusión, incluso cuando no hay manera de probar si es cierta, para ser feliz en una realidad que de otro modo sería triste y trágica.

También plantea cómo el amor entre las personas, en este caso las de Valverde de Lucerna, son las que mueven creencias y acciones. Lo vemos en Ángela y su madre, que no quieren abandonar el pueblo, en don Manuel, que vive sus conflictos internos y sus verdades en silencio para salvaguardar la fe del resto, o en Lázaro, que renuncia en parte a sus ideales individuales para cumplir con un objetivo colectivo.

Podría considerarse que, a través de los sanos debates entre Lázaro y Don Manuel, Unamuno hace una crítica, o al menos cuestiona, a la religión y a la Iglesia. Parece reconocer que cree que todo es una gran mentira, pero también admite que es la forma de que la gente sueñe, acepte la muerte y encuentre, aún entre sombras, la felicidad. Durante su juventud el escritor sostuvo unas fuertes ideas socialistas y defendió la lucha del pueblo, pero con el paso de los años se alejó de ellas y se acerco al conformismo, como le ocurre a Lázaro en la novela.

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Al final de la obra Ángela pone en duda si Lázaro y Don Manuel creyeron o no. Murieron creyendo que no creían, porque todo era una mentira, pero en esa mentira había creencias, aunque fuesen impostadas. ¿Entonces hubo salvación? En el epílogo Unamuno, ya en primera persona y no desdoblado en Ángela, deja esta cuestión, y la de la esperanza, abiertas.

 

Estructura de San Manuel Bueno, mártir

Para entender San Manuel Bueno, mártir es interesante analizar sus estructuras, tanto la externa (la composición y organización textuales) como la interna (la trama y la narratividad de la obra).

 

La estructura externa de San Manuel Bueno, mártir

Esta novela de Miguel de Unamuno se divide en dos partes, que a su vez contienen ocho y dieciseis capítulos respectivamente. En la segunda parte hay un epílogo fina, que cierra el libro. Este último fragmento es en el que escuchamos la voz de Unamuno como narrador. En los anteriores es Ángela la que habla, es decir, el autor se desdobla en ella para contar la historia de Don Manuel.

Es importante apreciar este uso del doble narrador que en ningún caso es el protagonista; Ángela (la mayor parte del tiempo) y Unamuno solo son dos narradores (que en realidad son uno) que exponen la historia de una tercera persona, que es el personaje principal: don Manuel.

En cuanto al tiempo, todo está escrito en pasado, salvando el principio y el final en el que el autor hace referencia a que el libro se está redactando en el momento presente.

 

La estructura interna de San Manuel Bueno, mártir

Aunque a nivel organizativo San Manuel Bueno, mártir está formada por dos partes, si observamos la estructura interna de la obra se distinguen cuatro:

  • La primera (capítulos uno al ocho) sirve para describir al parroco a través de lo que Ángela recuerda de su infancia.
  • La segunda (capítulos nueve al veinte) es lo que llamaríamos el «nudo», en el que ya aparece Lázaro y se desarrolla su relación con don Manuel.
  • La tercera (capítulos veinte al veinticuatro) actúa como desenlace y acaba con la muerte del cura tras confesarles su secreto a Ángela y Lázaro.
  • La cuarta (capítulo veinticino) es el epílogo de Unamuno.

Aunque todo se ordena de forma cronológica, hay elipsis narrativas y saltos en el tiempo, lo que favorece la creación de un ritmo narrativo ágil. Podemos seguir el hilo de cómo pasan los años porque hay referencias sobre la edad de Ángela.

¿Por qué es interesante leer San Manuel Bueno, mártir?

Una lectura como San Manuel Bueno, mártir hace pensar y reflexionar. Aunque pueda parecer que solo nos habla sobre la religión y conceptos como la fe o la salvación, va mucho más allá. Cualquier persona puede sentirse identificada con las contradicciones y las dudas que se presentan en todos los personajes principales.

La cuestión que despierta esta novela es si vivimos una mentira feliz o una verdad trágica y, sobre todo, siendo capaces de distinguir entre ambas, aún así decidimos quedarnos con la primera.

A pesar de que pueda parecer una obra muy metafísca, lo bueno de Unamuno es que siempre usó la literatura y las realidades ficcionadas para expresar sus pensamientos, evitando las abstracciones propias de la disciplina filosófica. Lo hace además con un lenguaje sencillo y en una novela corta y muy accesible, por lo que cualquiera puede acercarse a sus ideas y conflictos.

Además, el autor plantea una nueva forma de entender la Iglesia, sin dignatarios, y en la que el amor al prójimo, la colaboración y la bondad toman las riendas. Lejos de dogmas teológicos y de la culpa, don Manuel dirigió su parroquia escuchando las necesidades de todo la gente, no de las élites.

Lo que ha aportado San Manuel Bueno, mártir a los lectores y a la literatura

San Manuel Bueno, mártir es una novela que no te deja igual que antes de cogerla de la estantería.

Para empezar, te plantea un nuevo modo de ver la fe. Seas o no creyente, es interesante considerar en qué basamos nuestra esperanza. La religión cada cual la vive de una manera y en muchas ocasiones es una forma de salvaguardar la salud mental y el bienestar, aunque no esté sustenta en creencias firmes.

También es un canto hacia la corresponsabilidad. Ayuda a entender que el individualismo no lleva a ninguna parte y a que somos más fuertes cuando el apoyo mutuo rige nuestras acciones.

Dentro de la literatura, es una obra importante porque en pocas páginas aúna dos grandes disciplinas: la filosofía y la religión. Lo hace además de una manera bella y técnicamente muy interesante: con un desdoblamiento de narradores y con personajes complejos que son símbolos y grandes metáforas.

 

Si no has leído San Manuel Bueno, mártir, no dudes en hacerlo. Te encontrarás con una novela llena de matices que abrirán tu mente y te convertirán en mejor lector pero también te ayudarán a desarrollar el tipo de escritor que eres.

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